Al calor de la moda
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Por: Isela Robles
Uff, ¡qué calor se siente en Mérida! Vengo regresando de un rápido viaje de trabajo a esta bella y blanca ciudad al sur de México, con un calor de más de 40 grados centígrados que no invitaba en lo absoluto a pasear al aire libre. Así que me tuve que resguardar de los inclementes rayos del sol en el Museo de la Ciudad. Ubicado en una vieja casona colonial, tenía tres exposiciones relacionadas con moda e indumentaria, lo que me sorprendió gratamente.
Subiendo a la segunda planta de la casa, la primera exposición era una retrospectiva de Serge Barbeau, fotógrafo canadiense que ha plasmado su arte durante más de 25 años en las páginas de revistas como Madame Figaro, Marie Claire, Elle, Vogue, Femme, entre otras. Imágenes definitivamente muy poderosas.
En un segundo espacio que abarca un corredor, descubrimos obras de gran formato de hasta 3 metros de altura, tejidas con la fibra que antaño fuera el origen de la riqueza de algunos cuantos y la pobreza de muchos en la península de Yucatán a mediados del siglo XIX: el sisal. Con esta fibra natural que proviene de la planta del henequén, originalmente “Ki” para el pueblo maya, en el pasado se hicieron cuerdas (mecates), cordones y alfombras. Ahora, la escultora Marcela Díaz retoma esta fibra para presentar una interesante obra textil que evoca vestidos y túnicas que destacan la belleza del material y de lo hecho a mano, dándonos “un paseo por las tradiciones, pero también por la modernidad y las nuevas formas de concebir el arte” (Portal Haz Ruido).
En la última exhibición, una frase llamó mi atención:
“La ropa no significa nada hasta que alguien vive en ella” Marc Jacobs.
Algo que parece tan obvio es también una idea muy profunda. Es cierto, la ropa, como las joyas, carece de significado si nadie las porta, las vive, las disfruta. Hay miles y millones de historias detrás de ellas, pero pocas veces nos preguntamos quiénes son las personas detrás de su hechura o fabricación.
Elena Martínez Bolio, artista yucateca, nos invita a honrar a todas aquellas mujeres que han dedicado su vida a la costura en la exhibición: Indumentum. Modistas, magas y escultoras. Mujeres que, desde la intimidad de su hogar, cuidando niños o haciendo la comida, hacen verdadera magia para coser los trajes, ropa e indumentaria que portarán diversas personas a lo largo de sus momentos de vida. Desde ropones y vestidos de novia hasta trajes de baño, ropa íntima o funeraria, Martínez Bolio hace una reflexión sobre el valor de la ropa hecha para una persona en especial, con sus medidas, con la tela, colores y detalles de su elección, así como la estrecha relación que se va forjando entre clienta y modista a lo largo de los años. Esto contrasta con la ausencia de personalización y cuidado de la ropa que conocemos como fast fashion o moda rápida, donde podríamos decir que el valor es básicamente el dinero.
Mérida fue una ciudad colonial importante y, desde hace varios años, es una ciudad en crecimiento, cada vez más plural. Por ello, temas como la moda se van abriendo camino y van teniendo más presencia. Asimismo, van surgiendo nuevas propuestas, diseñadores y plataformas. Espero que estas sean las primeras de muchas más exhibiciones de moda y que próximamente también puedan integrar a la joyería, que en esa región sur de México tiene mucha tradición y gusto por la técnica de la filigrana. En otra ocasión les contaré de dónde viene y cómo se hace. Por lo pronto, me despido deseando que no mueran de calor. ¡Hasta la próxima!