LA CONSTANTE ELECCIÓN
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**Celebrar el Día de las Madres: Un Privilegio Más Allá de la Mercadotecnia**
Por: Flor Rodriguez
Celebrar el Día de las Madres no solo es resultado de la mercadotecnia, sino también un privilegio. En un mundo donde las políticas públicas y los derechos laborales se basan en las necesidades de los hombres, las mujeres carecen de esta perspectiva e incluso de ser tomadas en cuenta. Nuestras necesidades biológicas nos hacen tener menos oportunidades en la vida profesional que los hombres.
Las mujeres que deciden maternar necesariamente deben poner pausa a su desarrollo profesional. El embarazo e incluso el tiempo de recuperación del parto, aunado a la labor de cuidados que comienzan con una nueva vida en la familia, es inequitativo. Actualmente, la mayoría de las mujeres que se han enfrentado a las desigualdades de oportunidades respecto al acceso a la educación y han logrado ser parte de ese mínimo porcentaje que consigue graduarse de una licenciatura o un posgrado, priorizan su carrera sobre el deseo de tener hijos. De acuerdo con un estudio realizado por el Departamento de Comercio de EUA, la mayoría de los jóvenes adultos piensan que “los logros educativos y económicos son increíblemente importantes para la adultez". En cambio, piensan que casarse y tener hijos “no son importantes para convertirse en adulto”.
Considerando también que la tasa de desempleo femenil real en México es del 16%, de acuerdo con el reporte "Raíces económicas de la desigualdad: Exclusión y precariedad laborales de las mujeres en México" del OTD, sumado a la brecha salarial en donde por cada 100 pesos que gana un hombre por su trabajo al mes, una mujer percibe 84 pesos, el panorama es desalentador. Por más que actualmente las mujeres jóvenes ahorren desde el comienzo de su vida profesional, ser el sostén de una familia parece una meta inalcanzable. Ante todas estas dificultades, y una vez que las mujeres alcanzan cierto grado de solvencia económica y encuentran una pareja estable, la gran mayoría prefiere viajar y disfrutar de su poder adquisitivo antes de tener hijos, postergando la maternidad aún más. Sin embargo, los obstáculos no se reducen a lo antes mencionado, sino también a la falta de flexibilidad en los horarios de trabajo y la dificultad para equilibrar la vida laboral y familiar.
A pesar de los esfuerzos por mejorar los derechos laborales de las mujeres, seguimos siendo una sociedad que no está preparada para que las mujeres puedan criar y trabajar. El nivel de exigencia que se imponen las trabajadoras hace que la sensación de desborde y de no llegar a nada sea constante.
La maternidad sin duda es un tema muy personal, por ello, el lema que el movimiento feminista promueve es que las maternidades sean libres, informadas y deseadas, con el soporte y garantía plena de los derechos laborales sin distinción por género y con políticas públicas creadas con perspectiva de género, en donde las voces de las mujeres que desean maternar y ser profesionistas sean escuchadas. También es importante que los empleadores, independientemente del marco legal, ofrezcan políticas de apoyo y flexibilidad para ayudar a las madres trabajadoras a lograr el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal. Este es un llamado a reflexionar para quienes están al frente de las empresas, pues la maternidad no debería ser un obstáculo para la carrera profesional de una mujer, y con el apoyo adecuado, pueden continuar creciendo y desarrollándose en sus carreras mientras disfrutan de su vida familiar.
Por: Flor Rodriguez
Celebrar el Día de las Madres no solo es resultado de la mercadotecnia, sino también un privilegio. En un mundo donde las políticas públicas y los derechos laborales se basan en las necesidades de los hombres, las mujeres carecen de esta perspectiva e incluso de ser tomadas en cuenta. Nuestras necesidades biológicas nos hacen tener menos oportunidades en la vida profesional que los hombres.
Las mujeres que deciden maternar necesariamente deben poner pausa a su desarrollo profesional. El embarazo e incluso el tiempo de recuperación del parto, aunado a la labor de cuidados que comienzan con una nueva vida en la familia, es inequitativo. Actualmente, la mayoría de las mujeres que se han enfrentado a las desigualdades de oportunidades respecto al acceso a la educación y han logrado ser parte de ese mínimo porcentaje que consigue graduarse de una licenciatura o un posgrado, priorizan su carrera sobre el deseo de tener hijos. De acuerdo con un estudio realizado por el Departamento de Comercio de EUA, la mayoría de los jóvenes adultos piensan que “los logros educativos y económicos son increíblemente importantes para la adultez". En cambio, piensan que casarse y tener hijos “no son importantes para convertirse en adulto”.
Considerando también que la tasa de desempleo femenil real en México es del 16%, de acuerdo con el reporte "Raíces económicas de la desigualdad: Exclusión y precariedad laborales de las mujeres en México" del OTD, sumado a la brecha salarial en donde por cada 100 pesos que gana un hombre por su trabajo al mes, una mujer percibe 84 pesos, el panorama es desalentador. Por más que actualmente las mujeres jóvenes ahorren desde el comienzo de su vida profesional, ser el sostén de una familia parece una meta inalcanzable. Ante todas estas dificultades, y una vez que las mujeres alcanzan cierto grado de solvencia económica y encuentran una pareja estable, la gran mayoría prefiere viajar y disfrutar de su poder adquisitivo antes de tener hijos, postergando la maternidad aún más. Sin embargo, los obstáculos no se reducen a lo antes mencionado, sino también a la falta de flexibilidad en los horarios de trabajo y la dificultad para equilibrar la vida laboral y familiar.
A pesar de los esfuerzos por mejorar los derechos laborales de las mujeres, seguimos siendo una sociedad que no está preparada para que las mujeres puedan criar y trabajar. El nivel de exigencia que se imponen las trabajadoras hace que la sensación de desborde y de no llegar a nada sea constante.
La maternidad sin duda es un tema muy personal, por ello, el lema que el movimiento feminista promueve es que las maternidades sean libres, informadas y deseadas, con el soporte y garantía plena de los derechos laborales sin distinción por género y con políticas públicas creadas con perspectiva de género, en donde las voces de las mujeres que desean maternar y ser profesionistas sean escuchadas. También es importante que los empleadores, independientemente del marco legal, ofrezcan políticas de apoyo y flexibilidad para ayudar a las madres trabajadoras a lograr el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal. Este es un llamado a reflexionar para quienes están al frente de las empresas, pues la maternidad no debería ser un obstáculo para la carrera profesional de una mujer, y con el apoyo adecuado, pueden continuar creciendo y desarrollándose en sus carreras mientras disfrutan de su vida familiar.