A 13 años de labor humanitaria…
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Por: Mari Rouss Villegas
La Fundación MGAS ha recorrido un largo y emocionante camino durante estos 13 años, y el impacto que hemos tenido no es sólo medible en cifras, aunque estas nos llenan de orgullo: 3,129 niñas y niños han sido operados, 7,000 familias han sido beneficiadas, y hemos llevado a cabo 50 jornadas en 17 estados de la República, incluyendo lugares tan diversos como Quintana Roo, Nuevo León, Chiapas, Tabasco, Hidalgo, Querétaro, Tamaulipas, Sonora, Oaxaca y la Ciudad de México, entre otros. Estos números son el reflejo de un esfuerzo titánico, pero detrás de cada cifra hay una historia, una familia y un pequeño ser humano que ha enfrentado enormes retos.
Cuando iniciamos esta labor, no podíamos imaginar el alcance que tendría ni las enormes implicaciones que traería consigo. Sabíamos que queríamos ayudar, que había una necesidad urgente de atención para niñas y niños con parálisis cerebral espástica, y que podíamos hacer una diferencia. Sin embargo, la realidad nos mostró un camino lleno de retos: incontables horas de trabajo, lágrimas compartidas, pero sobre todo, sonrisas que nos llenan de esperanza.
El corazón de la Fundación MGAS radica en nuestra misión principal: operar a niñas, niños y jóvenes con parálisis cerebral espástica, utilizando diferentes técnicas quirúrgicas que han permitido que el 34% de nuestros pacientes se levanten de sus sillas de ruedas y logren caminar, ya sea de manera independiente o con el apoyo de algún auxiliar ortopédico. Esta labor, que parece casi milagrosa, es fruto de un esfuerzo constante, de un equipo comprometido y de una red de apoyo incansable.
Sostener una organización de la sociedad civil sin fines de lucro por más de una década no ha sido sencillo. La disciplina, tenacidad y empatía necesarias son enormes. Tener la responsabilidad de la vida y el bienestar de niñas y niños es algo que nos tomamos con la mayor seriedad; es nuestra misión y nuestro honor. Sin embargo, los retos no se limitan a las cirugías. Mantener un proyecto de esta magnitud requiere navegar los complejos temas fiscales, legales y contables. Lograr y mantener la deducibilidad de impuestos año con año es un desafío constante, y la Fundación MGAS ha superado este reto con la ayuda de Ernst & Young, quienes auditan nuestras cuentas, y a través de una labor de fundraising que, aunque invisible para muchos, es vital para nuestra existencia.
Más allá de las cirugías, nuestro trabajo incluye una logística intensa: hemos tomado vuelos tempraneros, viajado por carreteras serpenteantes, y disfrutado desayunos de café y pan dulce en expendios fuera de hospitales públicos. Pero lo hacemos con el único afán de servir a las familias que llegan a nosotros buscando esperanza. Las voluntarias que me acompañan en esta travesía son guerreras incansables y activistas, consideradas entre las mujeres más valiosas y valientes de México. Yovana Karam, Analia Tellez, Ariadna Ríos, Alva Ostos y mi querida vicepresidenta Rocío García Ríos son quienes han dado sentido a esta misión con su dedicación inquebrantable. Juntas hemos recorrido este camino, enfrentando retos personales y colectivos, pero siempre con la convicción de que nuestro trabajo tiene un impacto real.
Quiero rendirles un homenaje a ellas, porque han dejado de lado sus propias vidas una y otra vez, han tomado vuelos tempraneros y han viajado por carreteras interminables, con la única motivación de estar ahí para esas madres y padres que depositan en nosotras su fe y esperanza. Ellas, más que nadie, entienden la magnitud de lo que hacemos y lo que significa para las familias que atendemos.
A veces, nuestro buen corazón nos lleva a hacer más de lo que podemos, a operar a más niñas y niños de los que teníamos presupuestado. Ahí es cuando me toca poner un poco de orden, con firmeza pero siempre con el corazón en la mano, recordando que el compromiso es grande, pero los recursos son limitados. Sin embargo, nunca dejamos de soñar y de hacer todo lo posible por estirar esos recursos para beneficiar a más personas.
El camino no ha sido fácil. Hemos trabajado en condiciones adversas, usando chalecos antibalas en algunas jornadas, llegando en helicóptero o enfrentando carreteras peligrosas. Nos han recibido con amor, pero también ha habido momentos en los que hemos sido ignoradas. A pesar de todo, seguimos adelante con una misión clara: mejorar la vida de quienes más nos necesitan.
En estos 13 años, hemos aprendido que el verdadero valor de nuestro trabajo no radica solo en los resultados tangibles, sino en el profundo impacto emocional y espiritual que tiene en nuestras vidas y en las vidas de quienes tocamos. Si no has tenido la oportunidad de participar en algún voluntariado, te invito a descubrir la magia transformadora de poner tu tiempo y tu corazón al servicio de los demás. No sólo cambiarás la vida de otra persona, sino que resignificarás la tuya propia.
Gracias a cada una de nuestras aliadas y aliados, a nuestro equipo médico, a nuestras voluntarias y a todas las personas que, de una u otra forma, han hecho posible que Fundación MGAS siga adelante. El trabajo es arduo y los retos son grandes, pero la recompensa es infinita. Seguimos aquí, listas para seguir luchando, unidas por una causa que nos mueve y nos da propósito: cambiar el mundo, un niño y niña a la vez.
Mari Rouss Villegas Balmori
Directora DEI Hogan Lovells
Presidenta Fundación MGAS